En nuestra escuela infantil, cada experiencia es una oportunidad para aprender de forma lúdica y natural. A través de la pintura de dedos, los niños no solo desarrollan su creatividad, sino que también fortalecen habilidades motoras esenciales, como el trazo vertical, un movimiento clave para su desarrollo grafomotor.

Con sus manos y colores vibrantes, los pequeños exploran el movimiento de arriba abajo sobre superficies verticales como papel mural, pizarras o ventanales. Este ejercicio mejora su coordinación, el control de sus movimientos y los prepara para futuras habilidades como la escritura.

Pero el aprendizaje no se detiene ahí. Estas mismas habilidades motoras son fundamentales para el uso de cubiertos, vasos y platos en su día a día. Al trabajar el trazo vertical, los niños fortalecen los músculos de las manos y mejoran la coordinación ojo-mano, lo que les ayuda a manipular mejor la cuchara, el tenedor y el vaso durante las comidas.

A través del juego y la exploración sensorial, convertimos cada actividad en un paso más hacia su autonomía.

¡Manos a la obra y a la mesa!